jueves, 16 de abril de 2009

Cambiar de aires. Zorann Petrovici

Vuelvo a aparecer en el Blog de la Biblioteca del Instituto para recomendarles otro libro. Esta vez no es una novela, ni una obra de teatro, ni tan siquiera de poesía. No se trata pues de un libro al uso, porque no podría estar encuadrado tampoco en el género del ensayo o de la divulgación científica. No estoy del todo seguro en qué género lo podría enmarcar, ni siquiera si se podría ubicar en alguno. Les estoy hablando de “El tratado de las buenas maneras” – que lo encontrarán en tres libros diferentes (I, II y III) – cuyo autor es el gran periodista y escritor Alfonso Ussía, que para más inri es nieto del dramaturgo Pedro Muñoz Seca.

Como habrán podido averiguar, por el título, son unos tratados en los que se nos presentan diferentes situaciones y cuál es la mejor manera, la más adecuada o, si quieren, la más protocolaria para salir airosos de éstas.

Ello, que nos podría parecer algo de suma pesadez, de alta seriedad – propias de tales tratados –, no es ni de lejos el ambiente en que se mueve el libro.

La comicidad está servida en esta lectura. Desde las situaciones mismas (el encuentro, en el pasillo, de noche, entre el anfitrión y su tío cardenal que está de visita y que va al baño en calzoncillos o la situación embarazosa de un señor que, encontrándose con una amiga, tiene que ser testigo de cómo ésta le da el pecho a su bebé en una terraza…) hasta la forma en que éstas son contadas en clave de inteligente ironía, con un toque de humor inglés (del bueno) y en forma de historietas en las cuales se nos escenifica aquello que se nos quiere transmitir en la persona de amigos, familiares o conocidos del autor (tengo serias dudas y sospechas más que fundadas de que tales personajes existan en la realidad).

Además de pasar un buen rato con un libro ameno, cuyas narraciones cortas nos entretienen y, en ciertas ocasiones, nos pueden provocar ataques de risa con carcajadas imparables, es una obra de la que podemos aprender y mucho de cómo comportarnos en ciertas ocasiones o, incluso, cosas que es bueno saber como qué tipos de zapatos no llevar, cuándo es lícito decir un buen taco sonoro y contundente (porque, aunque parezca mentira, Ussía nos recomienda usarlos en momentos muy señalados aunque, eso sí, sin abusar), qué palabras no se deben emplear en algunas situaciones en que las usamos, porque no tendrían sentido alguno (como, por ejemplo, la expresión “pillar un taxi”), o qué nombres no son muy apropiados, etcétera.

Ya sólo me queda decirles que lean los libros (desde aquí me atrevo a insinuar a las autoridades competentes del Instituto que los adquieran para la Biblioteca) y también quisiera animarles a que, tras leer los libros que desde estas líneas se les recomienda, tengan a bien escribir en unos renglones su parecer acerca de los mismos. Seguro estoy que no habrá mejor aliciente para la lectura de esos libros que las opiniones o las valoraciones que hagan los mismos compañeros.