martes, 24 de febrero de 2009

Nuestro apreciado Zorann nos hace una aportación muy generosa

Antes de hacer mi pequeña aportación a este blog de la Biblioteca del Bosco, permítanme elogiar este proyecto cuyas intenciones no son otras, creo yo, que las de fomentar una práctica que nunca se tendría que dejar de llevar a cabo: la lectura. Y digo que siempre deberíamos seguir leyendo porque… bueno, las razones no cabrían en este formato, pero creo que hay una que sobresale de entre las demás; leyendo, uno es más rico, su bagaje personal es mayor, una persona que lee, ha crecido como persona. La lectura nos hace diferentes; no creo que haya nadie que, habiendo leído un libro, no haya cambiado algo en su vida. Soy, en estos momentos, tan optimista que me aventuraría a pensar que cualquier persona cuyos actos nos puedan parecer abominables, si es capaz de emocionarse con la lectura de un libro, en lo más recóndito de su interior, deja de ser tan horrible. Es posible que esto me lo rebatan mis doctos profesores de filosofía del Instituto (y digo esto sin sarcasmo alguno, más bien con la experiencia y el agradable recuerdo de quien ha sido su discípulo).

Hay una frase de Santa Teresa de Jesús que dice “Lee y conducirás, no leas y serás conducido”. Seguro estoy que la santa abulense estaba lejos de inculcarnos ideas de caudillaje cuando nos dejó esta frase; lo que nos quería transmitir es que no hemos de dejarnos conducir por nadie, hemos de ser libres y pensar por nosotros mismos; sapere aude, nos diría Kant. Y eso lo consigue, en buena medida, la lectura.

Por ello, repito, aplaudo esta iniciativa de la Biblioteca de nuestro instituto, que, además, en unos momentos tan críticos para las Ciencias Humanas, para las Letras, en los que se valora al máximo el avance tecnológico y se potencia el desarrollo de las Ciencias Físicas, Químicas, Biológicas… en detrimento, muchas veces, de las Ciencias Humanísticas, es una luz que quiere iluminar esa parte de la formación personal y académica de los individuos, tan necesaria e imprescindible como las otras.

Ya por último, quiero expresar mi agradecimiento al Instituto, a la Biblioteca y a quienes están al cargo de éstos por la posibilidad que me brindan, a través de este medio, de mantenerme en contacto con todos vosotros, profesores, alumnos y demás miembros de este Instituto de Educación Secundaria “Juan Bosco” al que sólo se aprecia en totalidad cuando ya no se le tiene. Sé que esto es un tópico pero os puedo asegurar que es cierto. Disfrutad todo lo que podáis del Instituto y de lo que se os ofrece porque ahí se forja una parte importante de la vida y personalidad de los estudiantes. De eso doy fe.

El primer aporte que hago a este Blog tiene como objeto un libro que me hizo enamorarme de la lectura. Hasta conocerlo, sentía (y lo digo con profunda vergüenza y arrepentimiento) un cierto desprecio hacia la lectura. La contemplaba como una pérdida de tiempo y, desde luego, como un aburrimiento. Por ello fue que sólo a la edad de trece años empecé a sentir atracción por descubrir lo que se encerraba en aquéllas páginas que, unidas unas a otras formaban unos libros que descansaban en los estantes de mi biblioteca.

Este primer libro que leí se titula Los renglones torcidos de Dios. Su autor es Torcuato Luca de Tena. Y quiero empezar con este libro mis colaboraciones en esta publicación (amenazo con que serán más si me dejan) ya que hay entre el Juan Bosco, el libro y yo una relación de gran afecto.

Para empezar fue una maestra de este Instituto quien me lo regaló, mejor dicho, se lo regaló a mi madre. Y, años más tarde, en un trabajo de presentación en el aula, en la asignatura de Psicología, tuve la suerte de tratar un tema que está contemplado en el libro, más aun, del que éste trata: la paranoia. A raíz de este trabajo, lo volví a leer con mucho agrado y, desde luego, comprendiendo mucho mejor su contenido. Tenía mejores conocimientos del idioma, mejores conocimientos del tema referido, más años…

Los renglones torcidos de Dios, trata, como digo, de la paranoia. Nos presenta a una mujer, Alice Gould que, creyendo ser una detective privada, es ingresada en un sanatorio mental en el que su cometido será el de descubrir al asesino del padre de su cliente, Raimundo García del Olmo. Los paranoicos, como bien sabrán mis colegas de Psicología de 2º de Bachillerato, son unas personas con una inteligencia tal que son capaces de, en caso de ser descubiertos en una mentira, inventarse alguna excusa por la que queda totalmente claro que cuando estaban mintiendo era con anterioridad y que en este momento es cuando están diciendo la verdad. Alice Gould será una perfecta muestra de este tipo de enfermos, de tal manera que será capaz de engañar a los médicos hasta el punto en que éstos no sabrán si “ha sido ingresada injustamente o padece realmente un grave y peligroso trastorno psicológico”

Pero, además de la historia de Alice se nos hace una radiografía de la vida en un centro de este tipo.

Nos muestra (el autor estuvo ingresado voluntariamente en un sanatorio mental durante un tiempo para conocer de primera mano la situación) la miseria humana, la degradación a la que se puede llegar fruto de las terribles enfermedades psíquicas que las personas pueden sufrir; enseña, sin paliativo alguno pero, a la vez, sin caer en el tremendismo, el drama diario de enfermos, enfermeros, médicos y demás empleados del sanatorio en su lucha por seguir luchando un día más.

Todo ello lo consigue el autor a través de diferentes historias paralelas con las que la protagonista tendrá contacto y que nutrirán de forma armoniosa el cómputo total del libro.

Poco más me queda por decirles; lean el libro y seguramente entenderán por qué se lo recomiendo.

Un saludo y hasta pronto.

Zorann Petrovici

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